Aunque el año pasado se implementó un acuerdo que incrementó las becas otorgadas a estos profesionales en formación, fijando un monto mensual de 4,620 pesos, este ajuste, si bien representó un avance, continúa siendo insuficiente. Dicha cantidad no alcanza para cubrir las necesidades básicas de quienes, con dedicación y compromiso, desempeñan jornadas extensas en condiciones que frecuentemente son adversas.
Estos profesionales enfrentan retos que van más allá de las exigencias académicas y laborales. En diversas ocasiones se han reportado casos donde las médicas y médicos internos deben costear de su propio bolsillo insumos esenciales, transporte y vivienda, incluso en regiones aisladas. Además, en ciertas comunidades, enfrentan riesgos derivados de la inseguridad y la falta de infraestructura adecuada, lo que agrava la precariedad de su situación.
“Es necesario reconocer que el trabajo que desempeñan no sólo fortalece al sistema de salud pública, sino que también tiene un impacto directo en el bienestar de las comunidades más necesitadas. Por tanto, mejorar sus condiciones económicas mediante un incremento en el monto de sus becas no es únicamente una cuestión de justicia, sino también una inversión en la calidad de los servicios de salud que reciben las y los ciudadanos” destaca Edna Dávalos en el punto de acuerdo presentado.